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sábado, 14 de septiembre de 2013

Capítulo 26.

 Hay un niña entre el humo espeso y denso que me rodea. No, no es una niña, es un ángel. Es pequeña, frágil y bonita, pero sus majestuosas alas le dan ese aura de adulto que puedo notar. Al principio, no es más que una simple sombra más de las que ya hay a mi alrededor, pero luego forma una figura, una figura humana. Va descalza, únicamente vestida con un sencillo vestido blanco. Sus ojos son color miel, y, sus rizos oscuros, caen sobre sus hombros. Su sonrisa es la única que falta para completar alguien a quien ya conozco, alguien a quien conzco perfectamente.

 Evelynn.

 Intento gritarla, exigirla por qué me abandonaron ella y Gaby. ¿Y él? ¿Dónde está él? Noto un fuerte dolor en el pecho, y no sé si son mis sentimientos, o estar aspirando el humo.

 -Skiley, ¿estás preparada para morir? - me pregunta ella, sentándose en el suelo junto a mí.

 Sacudo la cabeza, ya que me resulta imposible artcular palabra alguna.

 -Bueno, tampoco es que tengas nada por lo que luchar... ¿o sí? - bosteza, sonriente, para luego mirarme. Su intención es cabrearme, o eso parece.Y lo está consiguiendo.

 Intento respirar, pero duele demasiado.

 -Dan. - respondo, y la boca me sabe a sangre cuando lo hago, sin embargo, un cañonazo me impide continuar. No me paro a pensar que puede ser Joulley, repito mi palabra. - Dan.

 Le prometí que lucharía, que volvería a casa con él. Y necesito cumplir mi promesa. Es más, ignoro a mi mente, que no deja de enviarme a Evelynn transformada en ángel, continuamente. Escupo en el suelo, saliva salada. Me duele tanto la garganta que creo que algo me la desgarra por dentro, pero necesito arrastrarme. Y me arrastro por la tierra húmeda. Húmeda... ¿cómo puede un incendio propagarse en un lugar como este? Enseguida lo sé, los vigilantes. Quizá ellos me odien también.

 Pero no me odian lo suficiente para matarme. Porque oigo un nuevo cañonazo, que hace que empiece a llover intensamente. No poco a poco como las lluvias normales, sino de golpe, y mucho. El incendio desaparece de forma antinatural, demasiado rápido. A los vigilantes les gusta manejar la naturaleza, y dan asco. No me he arrastrado ni dos metros más, cuando vomito en el barro, con lágrimas en los ojos debido al esfuerzo.

 -Agh... - sigo mi torpe camino cuando oigo unas voces, unos pasos. Y, si fueran mis aliados, serían mucho más silenciosos. Y sé a quienes no les importa armar jaleo.

 Ahora lo entiendo todo, el incendio no era más que para acorralarnos, para no dejarnos escapar y así, reunirnos con ellos. El Capitolio tendría su espectaculo, el que daría Alice matándome lentamente. No tengo fuerzas ni para luchar ni para escapar. Hago lo que mi mente procesa rápidamente, me revuelco en el barro, tal y como los cerdos harían. Este es húmedo, pero espeso al llevar poco tiempo lloviendo, y me mancha por completo. Excarvo, araño, aparto la tierra con mis manos sucias para crear un hueco en el suelo. Las voces están aterradoramente cerca.Me meto en el huequecito para, a continuación, enterrarme con la tierra que tengo alrededor. No soy una experta en el camuflaje, pero supongo que aprendí unas cuantas cosas en los entrenamientos.

 Ellos ya están aquí. Aprieto los dientes y cierro los ojos, rezando para que no se fijen demasiado en la forma de la tierra que pisan, que pisotean, pues alguien apoya su peso en mi muslo izquierdo y yo lucho para no gritar.

 -Bueno, pues una menos, ¿y ahora? - pregunta una voz masculina que no logro identificar.

 -Yo no puedo esperar para encontrarme con el cielito ese. - se carcajea Alice, a la que maldigo mentalmente.

 -Oh, tranquila, cuatro, la cogeremos, además, la hemos dejado notablemente en desventaja. - el que habla ahora, creo que es Jack, del distrito 1. Alice ríe.

 Las voces se alejan, lo que agradezco, ya que significa que he pasado desapercibida. Pero aún no me muevo, estoy agotada, y este lugar es fresco. Asqueroso, sí, pero relajante.

 ¿Qué querían decir con eso de que me han dejado en desventaja? No tengo ni idea.

 Tampoco tengo idea del tiempo que paso ahí tumbada, respirando hondo y así recuperando mis pulmones. Si gano los juegos, algo bastante improbable, no creo que quiera ver el fuego en mi vida. Y creo que Dan será el que más lo comprenda.

 Está anocheciendo ligeramente cuando decido que es hora de moverme. Estar tanto tiempo sin que mi cuerpo circulase sangre, hace que esté entumecido y agarrotado. Incluso me tiemblan las piernas, pero estoy bien. Sana y salva. El incendio a despejado claramente el camino de grano, pues todas las plantas han muerto, caído negruzcas al suelo. Y ahora distingo la cornucopia a lo lejos, que es a donde yo me dirijo, a la dirección contraria a la que se fueron los profesionales. Me cuesta caminar, pero estoy bien.

Llevo la mochila, y un hacha para protegerme. Joulley.... él no llevaba nada. Muerdo mi labio, preocupada. Samantha llevaba su arco y el hacha de Joulley, que había recogido cuando teníamos la intención de ir a buscarle. ¿Habrá sido él uno de los tres cañonazos que he oído durante el incendio? Pensar en ello me hace estremecer. Hoy han muerto cinco personas. En total han muerto 15, pues cuento también la muerte de Dakota. Quedamos nueve. Sólo nueve. ¿Debo tener esperanzas? Las tengo, pero no tardan en desaparecer, con el himno en el cielo. Las fotos en el cielo. Porque llego a la cornucopia, en donde paro a beber agua, justo antes de que ocurra.

 La chica del dos. Mejor, una profesional menos. El chico del 6, el chico del 10. Gracias, Joulley, por seguir vivo. Y el chico del 11.

 Ahogo un grito al ver la siguiente foto.

 Samantha.

1 comentario:

Selene West dijo...

PUTAAAAAAAA 7-7 TE ODIO.MUCHO.MUCHÍSIMO.OJALÁ A DAN LE DE DIARREA CUANDO VAYA A PINCHAR 7-7 Pero con love e.e