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miércoles, 30 de enero de 2013

Dan. "Los niños grandes no lloran." PARTE 2.

Skiley frunce el ceño mientras duerme, seguro que sueña. Pero soy incapaz de despertarla. Me incorporo un poco, esperando que este gesto no la desvele. Me tiene agarrado de tal forma, que tengo que maniobrar como zafarme de su fuerte abrazo. He de ir a hacer algo.

Me abrigo, poniéndome una bata negra, que no es precisamente masculina, pero sirve, y salgo de la habitacin de forma sigilosa.

Fuera no hay nadie, a estas horas desde luego que no.

Atravieso el salón en silencio, caminando de cunclillas y llamo al ascensor, que no tarda en venir y abrir sus puertas en mí. Entro, y pulso el número cuatro.

Su planta es algo distinta a la nuestra, pero no demasiado. Lo único que varía por completo es el color azul de sus paredes y la localización de los muebles.

Y luego, en el sofá está ella, esperándome sonriente.

Alice.

martes, 29 de enero de 2013

Capítulo 18.

Mi mundo se ha detenido. Ya nada tiene ningún sentido. ¿Por qué me pasa a mí esto? Bueno, esto entre otras cosas. ¿Por qué la vida me juega tan malas pasadas? Antes de que las lágrimas empiecen a rodas por mis mejillas. Camino deprisa a mi cuarto. Sé que me sigue alguien, seguramente Dan, pero me equivoco. Joulley se queja cuando al entrar, casi le pillo un pie. Entra en mi cuarto, pero no me inmuto, me meto en mi cama y me aferro a mis sábanas con los puños.

 -Vete, Joulley, no quiero que me veas llorar.

 -Es que no quiero que llores...

 Sacudo la cabeza. Joulley, el niño que me odiaba, no quiere verme mal. De algún modo, me enfado.

 -¿No me odiabas?

 -No, Skiley, no te odio. Simplemente, sé que tú ganarás estos juegos, más que yo, no sólo porque hay una diferencia obvia de ventaja, sino porque Dan te quiere a ti.

 ¿Y los demás? ¿Qué pasa con Paul y con Samantha?

 -Te odian. - mi rostro se contrae en una mueca. - Todos te odian. Creen que lo vuestro es un cuento para conseguir patrocinadores.

 Asiento. Claro que sí. Es lo que me esperaba.

 -Yo... - comienza a decir con timidez. - Creo que romperé la alianza con ellos dos. Aunque eso no supondría que tú aceptaras aliarte conmigo, ¿no? - noto una chispa de esperanza en su voz. Yo sacudo la cabeza de forma afirmativa.
 
-Me aliaré contigo.

-Gracias. - no me abraza. Me temo que no podemos abrazarnos a estas alturas.

 Dan entra en la habitación sin ni siquiera llamar a la puerta. Está triste. Lo noto en su mirada. Triste. Dolorido. Atormentado.

-Joulley...

-Claro. - interrumpe él, adivinando los pensamientos del mentor y sale por la puerta, cerrando tras de sí. Él solloza un poco, se acerca a mí y me funde entre sus brazos. -Lo siento, Sky... de verdad que...

 -No importa, Dan. -pero sí importa, aún siento rabia. La rabia de antes. La rabia que se pregunta qué vena le ha dado para desvelar a Panem lo nuestro. -¿Por qué lo has hecho?

 -Pensé en los patrocinadores, ¿vale? Pensé en que eras fuerte y podías valertelas aunque fuesen a por ti.

 -¡Me sobreestimaste, Dan! ¡Que son veinticuatro personas! ¡Todas a por mí!

 -En realidad a la mayoría les da igual, sólo les importa a los profesionales.

 -Y convertirme en el principal objetivo de esas maquinas de matar era una buena idea, ¿no? - repongo con un sonoro bufido.

-Me voy a arrepentir toda mi vida, no te quepa duda.

 Le miro incrédula. Sin poder aguantar más, escondo mi rostro entre las manos para poder llorar. Él me intenta pasar un brazo por mis doloridos hombros.

 -No me toques. Vete. - ¿Realmente he dicho yo eso? ¿Realmente quiero pasar mi última noche antes de encararme con la muerte sin él?

 -¿Qué?

 -Que te vayas.

 -Pero...

 -¡Vete, Dan! ¡Lárgate! ¡Y ya no entres más! Ni a verme dormir, ni a nada.

 Él se muerde el labio con fuerza, puedo ver que se provoca una herida sangrante en este. Se levanta con la mirada perdida y camina hacia la puerta. Se detiene ahí, mirándome una vez más. Levanto la vista, sin poder esquivar sus ojos verdes y suelto un sollozo ahogado. Cojo un cojín y se lo tiro con rabia.

 -¡Vete!

 Él recoge el cojín del suelo y vuelve a mirarme.

 -No me voy a ningún lado.

 Y se acerca, ignorando mis puños que golpean débilmente su cuerpo, mientras chillo una y otra vez que se largue. Finalmente le abrazo y lloro sobre su camiseta. Él suspira antes de hablar.

 -Voy a quedarme aquí, toda la noche. Voy a entrar cuando quiera y voy a verte dormir desde la puerta. No podrás impedírmelo.

 Yo asiento, rindiéndome. Él se tumba a mi lado y me arropa con las mantas cariñosamente. Antes de que pueda cerrar los ojos, me da un beso en la frente.

 -Duerme, Sky.

 Y me duermo.



 ''Lauren. Gaby. Ellos dos y nadie más. El cadáver de Melanie es recogido por un aerodeslizador mientras la chica del uno y mi hermano se miran, intentando ver los puntos débiles del otro. Está claro que la chica de cabellos dorados tiene ventaja sobre él. Pero sé que puede conseguirlo, claro que ambos tienen la misma oportunidad. Sólo un mísero lanzamiento de armas. Gaby tiene un machete. Una oportunidad. Lauren tiene una lanza. Otra. Si los dos fallan, tendrán que enfrentarse cuerpo a cuerpo. 

 Y los dos fallan. 

 La chica corre hacia Gaby, él bloquea el puñetazo que iba a su cara. Sé lo que piensa, claro que lo sé. No permitirá que le vuelvan a poner una mano encima. Me pregunto si se imaginará mentalmente que Lauren es nuestro difunto padre. Mi hermano levanta una pierna. Pero su patada falla. 

 Pasa un rato de movimientos equivocados. Ambos están cansados. Pero ninguno se da por vencido. Y entonces entran en juego las mutaciones. También llamadas mutos. 

 Los mutos son veloces, unos extraños mapaches gigantes con afilados dientes que hunden sobre las pieles de los dos últimos tributos con vida. 

 Siempre pensé que la compasión que sentía mi hermano hacia los demás era una cualidad. Cuando ocurrió lo que ocurrió, lo vi como un defecto. 

 Uno de los mapaches iba a dar el golpe de gracia a Lauren, pero Gaby lo evitó. Empujo al muto al otro lado del campo con furia, salvando la vida de la profesional. Pero entonces la manada se avalanzó sobre él. Lauren se quedó mirando. Sin devolvérle el favor. Sonriente. Gaby susurró algo mientras las garras y los mordiscos se hacían con lo que le quedaba de vida. Era la frase. Mi frase. Skiley, no te dejes romper. Y dos minutos después, de intensa agonía. Un cañonazo la nombró vencedora de los décimo octavos juegos del hambre. 

 Me encogí en mi asiento frente al televisor, me abracé a Danae, y lloré como nunca lo había hecho. ''

lunes, 21 de enero de 2013

Capítulo 17.

 Bianca es la primera en salir, su aspecto es atractivo y glamuroso. Va vestida con un cortito vestido con transpariencias en la cintura y en las costillas. Era de esperar. El mismo aspecto pueden lucir los demás profesionales. Los tributos masculinos son maquinas de matar. Y los femeninos, el deseo de todos hecho realidad. No me sorprende ver que Alice está completamente desnuda salvo por unas cuantas escamas plateadas que cubren sus zonas más íntimas. Me muerdo con fuerza el labio, reprimiendo la rabia que me provoca. Dakota me coge de un brazo cariñosamente cuando la chica del 5 sube. Su vestido es tan impresionante que abro un poco los ojos. Es como si no llevase tela. Como si simplemente estuviese envuelta en fuego. En ardiente fuego rojizo y anaranjado. Mi aliada me hace mirarla, no tan impresionada como yo.

 -¿Cómo estás? - pregunta con una débil sonrisa. La veo apagada, y triste.

 -Diría que bien. Pero sería mentira. ¿Tú?

 -Nerviosa. - contesta simplemente.

 Por alguna razón, su sonrisa oculta un sentimiento completamente desvelador, sé que está cansada de luchar contra algo que no puede superar. Como yo en cierto modo. Pero yo he vivido con el demonio. He sufrido la muerte de mi hermano. No he conocido a mi madre. No creo que morir en los juegos del hambre sea mucho peor.

 Las entrevistas avanzan. Dakota y yo nos damos la mano de forma que nuestros nervios quedan tensados ahí. Y entonces llega mi turno. Tan pronto que no lo veía venir.

 Un hombre vestido por completo de negro me tiende la mano para ayudarme a subir al escenario. Me despido de mi amiga con un gesto de cabeza y me dejo llevar cara a cara con el público. Los sonidos son fuertes. Las luces tan altas que por un momento me ciegan. Luego está la voz de Caesar, con su cabello y cejas color escarlata. Su sonrisa forzada no se quiebra en ningún momento, y su voz retumba en mis oídos. Me cuesta entender lo que dice hasta que logro volver a la realidad.

  -Bueno, Sky, precioso vestido. Y en el desfile nos dejaste igual de impresionados. ¿Que nos cuentas sobre este?

 -Que Zafira es la mejor estilista del mundo - digo sin dudar en ningún momento. Él sonríe, parece que lo único que quiere es facilitar las cosas. Pero veo que me equivoco cuando dice la siguiente pregunta.

 -Esto será algo duro para ti, después de que tu hermano viniese en los décimo octavos juegos del hambre, supongo. ¿Cómo lo llevas en ese sentido?

 -Yo... - miro hacia el público de forma embelesada, y encuentro los profundos ojos de Zafira. - Él... era la persona que más quería en este mundo... Y... Sólo puedo decir que necesito ganar por él. Quiero que le recuerden.

 Palabras equivocadas. El Capitolio olvida a quienes mueren, sólo los ganadores quedan grabados en sus mentes. Sé que no he dicho lo correcto, pero no me arrepiento de mis palabras.

 -Entendemos... - Caesar prosigue. -Ahora vamos ala cuestión de la que más se habla en todo el Capitolio y que a todos nos interesa. - dedica una mirada cómplice al público y a las cámaras y vuelve a mirarme. - Dan Lewis. Tu mentor. ¿Hay algo entre vosotros dos, Sky?

 Y ya lo ha soltado, sabría que pasaría. Me tranquilizo mentalmente, debo responder con calma, que parezca que soy sincera. Pero el propio Dan se me adelanta, esquivando a los ''guardaespaldas'' que intentan contenerle.

 -¡Puedo contestar a eso!... - se calma y se acerca a mí. Me acaricia el pómulo derecho y cierro los ojos, conteniéndome para no gritarle delante de todo Panem. Es que no lo entiendo, Se supone que lo llevabamos en secreto. Ahora todos pensarán mal. Y es que crean lo que crean, tanto si lo nuestro es real como si no, el odio no se apagará.  -Puedo contestar a eso. - susurra, bajando el tono de voz.

 -Muy bien. - Caesar parece animado, cruza una pierna y apoya su cara entre sus manos, que a su vez se apoyan en sus rodillas. - Esperamos impacientes esa respuesta.

 -La quiero. - busca una cámara y se dirige a ella. Yo miro mis pies. - La quiero con locura. Que lo sepa todo Panem. Que esta chica es el motivo de mi ilusión. - coge ligeramente mi barbilla y me besa. Ni siquiera cierro los ojos, me limito a reprimir los insultos en mi cabeza. Cuando se separa, todo empieza a formarse en gritos y aplausos emocionados. Tanta falsedad me enfurece.

 -¡Bueno, Bueno! ¿No os parece precioso, amigos? - todos vociferan respuestas positivas. -Aunque siento comunicaros que el tiempo de nuestros queridos tortolitos ha terminado. Dan sonríe y me besa la frente. Sale corriendo de forma inesperada. Frunzo el ceño y le voy a seguir. Pero Caesar me detiene y levanta mi mano bien alto para despedirme. - ¡Skiley Weir del distrito 7!

 A la primera oportunidad de zafarme, corro, los zapatos de madera me incomodan los pasos, por lo que me los quito y voy descalza y de mal humor.

 -Bonita entrevista, cieeelo. - sólo una persona tiene esa estúpida voz que tintinea en la palabra cielo. Sus cabellos pelirrojos salen a descubierto mientras se acerca a mí de forma violenta. - Pero no para nosotras. - Puedo ver como Bianca y Sebastian, chico del 5, salen también de entre las sombras bajo el escenario. Es Alice la que me empuja contra la pared y me aprieta con fuerza los omóplatos. - ¿Acaso crees que puedes ganar con una rebuscada mentira? ¿Crees que por tener más patrocinadores vas a escapar de los profesionales?

 La miro. No tengo miedo. No tengo miedo. Pero sí lo tengo. Sus manos cogen mi falda otoñal.

 -Preciosa, no cabe duda. - y la arranca con fuerza de su sitio.

 -¡Dejadme tranquila! - chillo todo lo que mi garganta me permite,

 -¡Oh, dejadme! - repite burlona Bianca, que se ríe junto a Sebastian. - Qué penita, de verdad...

 Estoy furiosa. Siento frío en las piernas. Pero calor en el pecho. Tarde o temprano vendrá alguien cuando vuelva de su entrevista. Entonces sé quién va después de mí. Joulley. Y no me permitiré que le hagan daño a él. Respiro hondo mientras la profesional aprieta mis hombros fuertemente, dolorosamente. Aprieto los dientes e intento darle una patada en las costillas. Pero detiene mi pierna y tira de ella hasta tirarme al suelo.

 -¿Bianca? - canturrea. La aludida sonríe y la pasa un pequeño aunque afilado cuchillo. No será capaz... ¡Joder, no! ¡Eso es ilegal! - Bueno, cielo, pensamos que...¿qué mejor que decorar un hermoso cielo que con un precioso sol? - acaricia el pómulo que dan acarició con la punta del arma que no tiembla en su mano. Baja hasta mi garganta, dónde sonríe y luego rueda por mi piel, posándose en mi hombro. Está a punto de hacerlo, de apretar con fuerza, pero algo me salva. O alguien. Zafira.

 -¡SOLTADLA AHORA MISMO! - los profesionales se dan la vuelta. Podrían destrozarla, podrían destrozarnos a las dos. Sin embargo, se dan por vencidos. Mi enemiga me mira por última vez. Me acaricia la mejilla y la aparto de un manotazo.

 -Nos vemos mañana, preciosa. -ríe de forma cantarina y los tres abandonan el lugar. Abrazo a mi estilista, dejando que todo explote, que mis lágrimas empapen su vestido rojo. Ella me acaricia la cabeza mientras me susurra muy bajito:

 -Ya está... Tranquila, Sky. - me hace mirarla y me guiña un ojo. - No te dejes romper.

 Pero eso no hace más que aumentar mi llanto.



 Cuando subimos a nuestra planta, Joulley ve la televisión, Rossie picotea un pastel de chocolate y Dan no está a la vista.

 -Tengo que... - Zafira asiente y se une al pequeño.

 Camino hacia la puerta sujetando el lecho de hojas, Zafira lo ha sujeto como ha podido a la coraza de madera, aunque sé que lo han destrozado del todo. Llamo a la habitación de Dan cuando oígo el agua correr. Entro y cierro. Me dirijo pues a la puerta del cuarto del baño, el sonido aumenta. Llamo.

 -¿Dan? - él no contesta. -¡DAN! ¡Te exijo que me abras la puerta si no quieres que entre a la fuerza!

 -Me da igual que me veas desnudo, Sky. - parece divertido.

 -¡Dan!

 -Vale, vale... - el agua se corta y todo es silencio hasta que por fin se gira el pomo.

 Está desnudo. Sólo una toalla se envuelve alrededor de su cintura. No es la primera vez que veo su torso. Pero las pequeñas gotas de agua que caen desde su pelo a su cuerpo... Le favorecen de un modo casi hipnótico. Me quiero dar un tortazo. Me obligo a mirarle a la cara.

 -¡¿Qué mosca te ha picado?! ¡¿Cómo se te ocurre decir todo eso ante las cámaras?! Agh... - le doy la espalda mirando hacia la ventana.

 -Sky... - le ignoro. - Sky...

 Se acerca y me posa una mano sobre mi hombro, suelto un siseo.

 -¿Qué ocurre?

 -Un pequeño incidente. Que quizá no hubiese pasado de no ser por todo lo que has dicho. - él frunce el ceño. - es cierto... Yo... pensé, pensé que querías que volviese, que volviese contigo. Y lo que has hecho es mandarme a la muerte directa. - las lágrimas ya empiezan a nacer. Otra vez.

 -No quería... hacerlo. - baja la mirada y suspira. Él amenaza también con desbordarse en cualquier momento.

 Lo único que nos salva de no llorar juntos es Rossie, que llama a nuestra puerta.

 -Chicos, un mensaje del capitolio, tenemos que verlo en el salón en cinco minutos. - ambos nos miramos extrañados. Sólo anuncian cosas de vital importancia, ¿qué puede ser a estas alturas? Yo me doy la vuelta mientras Dan se viste, fuera de bromas con que sabe que le miro de reojo. Y salimos. El presidente Snow está en pantalla.

 -Buenas noches, Panem. Buenas noches, tributos de los vigésimo segundos juegos del hambre. Siento tener que comunicarles una triste y cruel noticia. Y es que uno de nuestros queridos tributos, ha fallecido. - todos soltamos un jadeo, es algo bastante inusual, aunque no es la primera vez que ocurre. - La pobre desafortunada es - no tarda mucho en decir el nombre, aunque yo desearía con todas mis fuerzas que fuese Alice aunque no sea posible. - Dakota Jhonson, del distrito textil. Te echaremos en falta, Dakota. - una foto con su nombre, sale en pantalla.

 Dakota. Mi única aliada. La única persona que me creyó desde el principio.

 Me han dicho muchas veces que no me deje romper.

 Pero me rompo.

martes, 15 de enero de 2013

Capítulo 16.

 No dormimos. Él se tumba en mi cama y yo me abrazo a él. Hablamos toda la noche, en susurros muy bajitos, para que sólo podamos oírlo nosotros. Él me cuenta lo que hizo en su sesión privada. El por qué del cinco que recibió. Y es que, si lo mío fue malo, lo suyo fue peor aún.

 -Tardaron unas cuantas horas en curarme las quemaduras de las manos para que fuese en condiciones igualadas a los juegos. - me dice, poniendo sus ojos en blanco. Y es que intentó incendiar el simulador del bosque. Salvo que este pareció defenderse, al parecer la imitación de la madera que usan es muy inflamable.

 -Bueno, no podrían quejarse. Tú les avisaste a tiempo de que planeabas quemar su querida arena.

 -Aún me arrepiento de ello. - susurra mirando hacia el techo oscuro, sé por qué lo dice.

 -¿Los echas de menos? - que pregunta más estúpida, eran sus padres, ¿cómo no iba a hacerlo?

 -Mucho. ¿Tú no?

 Me muerdo el labio inferior, él no habrá oído hablar de mi padre, supongo que no, ya que aún no nos conocíamos cuando le ejecutaron, y las muertes públicas no son muy admiradas por todos. Suelto un ligero suspiro.

 -Mi padre era un monstruo y a mi madre no tuve el placer de conocerla. Por lo que no puedo decir que los extrañe, la verdad...

 -Lo siento... - me besa la frente cariñosamente y mira hacia la ventana, donde los primeros rayos de luz se reflejan. -Creo... creo que debería irme. Se supone que no estamos juntos aunque eso crean todos. - Asiento y acompaño el leve beso que me da en los labios. Es algo extraño, nunca había besado a nadie y mucho menos me había esperado que fuese a ser Dan. Debo obligarme a pensar en que esto es un grave error. Que no puedo permitirme enamorarme ahora. Pero la tentación es grande. Y poderosa.

 Él me dirige una última mirada antes de salir.

 Yo sigo perdida en sus ojos.

 Me quedo un rato más en la cama, aunque haya salido el sol, sigue siendo muy pronto, y además hoy sí que no tenemos por qué madrugar. Lo único que haremos será prepararnos para las entrevistas. Las entrevistas. No sé qué voy a hacer, ni decir. No sé nada de nada. Al principio, Dan decía que sería ese arma vengativa que Zafira había empezado a crear, pero yo no estoy muy convencida con ello, y es que no sé ser feroz, no puedo serlo aunque quiera.

 El tiempo corre, y vuela, cuando quiero darme cuenta, todo el equipo está despierto desayunando. Por lo que yo también me levanto y salgo al salón tras vestirme con una blusa blanca y unos pantalones de color negro. Cojo un bizcocho para empezar, y lo mojo en mi chocolate caliente mientras la conversación lo inunda todo.

 -Sky, tú empezarás conmigo. - sonríe Rossie. - Por la tarde con Dan. Al revés es para ti, Joulley. - añade dirigiéndo su mirada hacia él, que no presta atención a nada ni a nadie, se limita a desayunar en silencio. Sé que se siente mal, fatal, lo veo en su mirada.

Y es que mañana empiezan los juegos. Tanto él, como yo, tenemos los días contados. O las horas.

 Asiento a lo que me dice Rossie, pero sigo distraída.

 Tras desayunar, empieza un trabajo duro que hace que al final, acabe con un tremendo dolor de pies. Ella me intenta enseñar a caminar erguida, como una dama y a sonreír correctamente. Debo sentarme con la espalda recta, con una pierna cruzada elegantemente por encima de la otra. Todo eso para causar una ''buena impresión''.

 -Y nunca, nunca bajes la mirada. ¿Entendido? - muevo la cabeza en gesto afirmativo, pero no estoy segura. - Y no borres la sonrisa.

 Pausa para comer.

 Turno de Dan.

 Antes de empezar, cierra la puerta de su habitación, pues quiere intimidad. Y yo también. Le beso. Me besa. Nos besamos. Pero ambos sabemos que debemos aprovechar este tiempo para desarrollar mi posible entrevista. Llegamos a la conclusión de que no puedo ser feroz.

 -Pero puedes ser distante, misteriosa. No decir mucho de ti y por lo tanto dejar a todos con esa intriga. Desearán saber más y, por lo tanto, patrocinarte para ganar los juegos. - en realidad es una buena idea, pero...

 -No, Dan, soy incapaz de algo.

 -¡Joder! Ya pensaré algo. - suspira, está alterado y furioso. Creo que odia los relojes, pues no se detiene el tiempo en mi camino a separarme de él. Y también frustrado. Tan frustrado como yo, pero él no se molesta en contenerse.

 Y es la primera vez que veo llorar a un chico. Gaby lloró por culpa de mi padre, pero no había imaginado a un chico llorar por mí. Y mis ojos amenazan con desbordarse también. No quiero hacerlo, por lo que respiro hondo y le abrazo.

 -Tranquilo... La... La entrevista no es lo más importante, Dan... - suspiro.

 -Si no vuelves... Me... Me... - se calla.

 -Me, ¿qué?

 -Nada, no tengo derecho a presionarte de este modo. Vamos, toca que Zafira te ponga deslumbrante. Me roza los labios por última vez y salimos.

 El tiempo con Zafira es más lento que con Rossie y Dan, pues para empezar, Verdiana, Caltazor y Tivara me preparan todo el cuepo para que reluzca. Ella es la encargada de vestirme.

 -Rossie exigió elegancia, y Dan quiso que parecieses fuerte. Un arma irrompible.

 Sé por dónde van los tiros, a estas alturas estoy segura de que quizá oyó a mi hermano alguna vez repitiéndome la misma frase: ''No te dejes romper.'' Ella saca mi vestido. Yo abro mis ojos como platos. Ha cogido la misma coraza que componía mi armadura en el desfile, pero la han moldeado de tal forma que quede como la parte de arriba de un vestido palabra de honor. También la han modificado para que no sea tan pesada como una armadura real. Pero es la misma, lo siento. La falda es larga, me cubre los pies, lo que se agradece, pues no quiero llevar tacones, está compuesta por hojas y hojas, de colores otoñales, rojizos, naranjas, dorados y marrones entre otros. Soy fuerte y bella a la vez, como un árbol en otoño. Me pregunto si se me caerán las hojas.

 Me hace el mismo peinado que llevé en mi primera cosecha, en la que escogieron a Gaby, pero supuestamente es para hacerles ver que no me derrumbé en ese momento y que no lo he hecho aún. Apenas me maquilla, sólo alarga mis pestañas con rímel. Por último, pero no menos importante, me da un brazalete. El brazalete. El nombre de Gaby tallado por fuera. La palabra ''Véngale'', ardiendo por dentro. Estoy preparada, o eso creo.

 Ella me besa la frente y me acompaña a los asientos de los tributos antes de subir con Caesar. Y este aparece.

 Comienzan las entrevistas.

 Comienza el juego.

jueves, 3 de enero de 2013

Capítulo 15.

 No ceno. Paso corriendo del ascensor a mi habitación en un tiempo récord. Esquivando a Dan, a Rossie, y a Zafira, que intentan detenerme para hablar. Esta última me sigue hasta mi cuarto y me ruega que salga, que no pasará nada. Que no van a hablar de nada que yo no quiera. Yo respiro hondo y giro el picaporte.

 -Están a punto de decir las puntuaciones. - me recuerda mirándome con sus ojos celestes.

 -Eso es otra cosa de la que no quiero hablar.

 -¿Tan mal lo has hecho? - se da cuenta de que eso ha dolido. - Perdona. Olvídalo. Vamos. - me tiende la mano de forma cariñosa y yo la cojo. Ya no tengo ganas de llorar, solo de dormir.

 En la salita está todo el equipo, sentado frente al gran televisor de la pared, escuchando como Caesar habla y habla, parlotea como un loco. Y recuerdo que  mañana son las entrevistas, que ese mismo hombre, que un poco de miedo me da ya, debido a que su cabello, pestañas y cejas, están de rojo tan intenso, que lo mismo podría estar sangrando. Suspiro y me siento junto a mi estilista.

 -Bueno, bueno. Sin más demora, vamos a ver las puntuaciones de cada uno de los tributos. - la pantalla comienza a reflejar una imagen del tributo en cuestión junto un número a su lado, su puntuación. Empiezan por el 1, como siempre. Primero el chico y después la chica. No me sorprende ver como los profesionales obtienen números del 8 al 10, entrenan toda su vida para ello, siempre sacan prácticamente lo mismo. No sé cómo lo hace la chica del distrito 5, pero se me abren los ojos como platos. Ha sacado un 12. Increíble. Me consuela pensar que ahora ya no soy el principal objetivo de los profesionales. Les saca de quicio quedar por debajo de un distrito no agraciado. Joulley saca un 6. Lo que me hace esbozar una leve sonrisa. Al menos con eso pueden trabajar para conseguirle patrocinadores.

  Mi nota es aquel número que ronda mis pesadillas,que asocio directamente con Gaby. Un 9. La misma nota que Gaby obtuvo en sus juegos. Debería alegrarme,pero siento un vacío en el pecho que me lo impide. Los juegos de mi hermano me golpean de repente, sé lo que planean.

Que tenga el mismo final que él.


 Tengo miedo.

 Aparto la mirada de la pantalla, incapaz de ver ni oír nada. Estoy demasiado aturdida como para hacerlo. Todo me da vueltas alrededor, sienta como una bofetada. Acaba el programa, el equipo nos felicita, tanto a Joulley como a mí. Pero ninguno de los dos está de humor como para celebrarlo. Dan me abraza. Yo no respondo, soy una estatua inmóvil. Solo hago ademán de moverme para regresar de forma silenciosa a mi cuarto.

 El tiempo pasa lentamente, agonizante, como cada día que intento dormir.Yo sigo en estado de shock.

 Y hoy, como ayer, el picaporte se gira, y entra él. Dan. Claro que, a diferencia de la noche anterior, estoy despierta a sus ojos.

 -Me gusta verte dormir. - confiesa desde el umbral de la puerta.

 -Lo sé.

 -¿Puedo pasar? - yo asiento, ya que lo iba a hacer de todos modos. Él se adentra y se sienta en el borde de mi cama. -¿Qué te ocurre?

 -Gaby sacó un 9.

 -Lo sé. - dice agachando la cabeza.

 Suspiro. Suspira.

 -Anoche estaba despierta.

 -También lo sé. - antes de que pueda contestar me interrumpe con una sonrisa traviesa. - Finges muy mal, Sky. Todo eso que dige era cierto, a pesar de que no me creas...

 -Te creo. Sólo que - alza una ceja yo sacudo la cabeza.

 Nuevamente suspiros por parte de ambos. Él me alza la barbilla para que le mire a los ojos. No sabe cuanto odio eso, no sabe cuanto. Porque sus ojos verdes son mi debilidad. Porque ante estos no puedo mentir. Susurramos.

 -Dan...

 -Skiley...

 -Capullo.

 Él sonríe.

 -Eres perspicaz, Sky. Te quiero.

 Aparto mi cara de su mano bruscamente y aparto mis ojos de su mirada. Todo es tan... confuso. Sin embargo, él agarra mi cabeza suavemente, con ambas manos y la acerca a la suya muy lentamente.

 Sus labios son fríos, pero acogedores. Tiernos y dulces, sientan como una naranja en un día de nieve.No solo mi boca es afectada por este mágico hechizo, sino todo mi ser, todo mi cuerpo siente una intensa oleada de calor, que me empuja a continuar nuestro constante roce de labios. ¿Por qué nos besamos? Es un grave error, lo tengo muy claro. Pero... muy agradable. Muy, muy agradable.

 Pasa un buen rato hasta que las distancias cobran sentido y todo vuelve a formarse en la realidad. Él sonríe de nuevo y, por alguna extraña razón, yo también.

 -¿Sabes una cosa? - niego con la cabeza. - Vas a ganar estos juegos y vas a volver conmigo.

 Vuelvo a negarme.

 -Dan, contempla la enorme posibilidad de que no sea así.... - me pone un dedo en los labios.

 -Puedes hacerlo, sé que puedes. La sangre de tu hermano corre en tus venas. Y él llego a la final. Tú también lo harás, pero no te quedarás a las puertas. No lo harás. ¿Me lo prometes? - casi suplica.

 Todo es una enorme bola en mi cerebro. No puedo pensar, ni razonar. Mi boca habla. Mi mente calla. Beso de nuevo a Dan y me aparto.

 -Te lo prometo.

miércoles, 2 de enero de 2013

Capítulo 14.

 Y es que no lloro allí, donde todos pueden verme. Subo a la azotea del edificio, aunque no podamos estar allí supuestamente y me escondo entre varios macetones con rosales tan altos como yo. Creo que estos están modificados, su color y aroma es muy predominante en el aire seco. Una vez estoy bien oculta que nadie pueda encontrarme, me llevo las manos al rostro y se contrae mientras caen las lágrimas.

 Llorar se me da bien. Es algo cuya técnica domino.

 Lloro tanto que temo inundar el lugar o ahogar a las plantas, y es que han dado ahí donde más duele: en la dignidad. Tras un buen rato decido parar y tomo una decisión: Alice Dotelli ha cumplido su objetivo, hacerme sufrir. Yo tengo otro: devolvérsela. No descansaré ni me dejaré matar hasta que esa estúpida muera en mis brazos.

 No sé que hora es ya, pero el sol tiñe el cielo de un naranja pálido, precioso, que me hace brillar los ojos mientras una brisa cálida seca las lágrimas restantes. Respiro hondo. No voy a dejar que me rompan más. No lo voy a hacer. Soy fuerte. He soportado cosas peores que estas. Me autoconvenzco de esto mientras bajo de nuevo al gimnasio, pero esta vez a una subsala donde están todos los demás esperando su turno. Llego tarde, lo sé porque el chico del cinco entra. Eso me agrada, no tendré que ver la cara de los profesionales de nuevo. Sin embargo, sí la de Joulley, al que no dejo de mirar mientras él agacha la cabeza. Me siento a su lado, intentando conseguir algo.

 -¿Sabes ya qué vas a hacer? - intento poner tono cariñoso. Él sacude la cabeza.

 -No.

 -Seguro que lo haces bien. Te he visto escalar y...

 -No, Skiley. Déjame tranquilo.

 -¿Por qué? - pregunto con la voz algo alterada. - No lo entiendo. No entiendo por qué crees esos estúpidos rumores y no me crees a mí, que fui tu aliada desde el principio.

 -¡Porque yo mismo sé lo que Dan siente por ti! ¡Porque sé como te mira! ¡Y como le miras tú! ¡Por eso! - ha comenzado a chillar. Todos nos miran y yo me muero de la vergüenza.

 -Eso es mentira. Por favor, Joulley... Deberías confiar en mí... - digo en un hilo de voz. Es doloroso ver como un niño tan tierno como él puede llegar a ponerse de esa forma. Aunque más doloroso es lo mucho que me recuerda a mi amiga y que no se fíe de mí.

 -¿Y qué más da? Si voy a morir de todas formas.

 -No digas eso.

 -Lo digo porque es la verdad. Contigo o sin ti, no puedo ganar estos juegos. Soy un crío débil y delgaducho con la fuerza de una pluma.

 Ambos sabemos que lo que dice es cierto, pero no quiero que tire la toalla de ese modo. No puedo soportarlo.

 -Pero eres listo. Mucho más que los cabeza hueca de los profesionales. Sabes pensar, podrías tender miles de trampas y distinguir montones de alimentos.

 Llaman a Selene, la chica morena del 5.

 Él suspira y vuelve a agachar la cabeza. Entonces viene Samantha.

 -Déjale en paz, ¿quieres?

 La situación me mosquea.

 -¡No soy una traidora! ¡No tengo nada con mi mentor! ¡Los traidores sois vosotros por no confiar en mí!

 Ella me empuja.

 -¡Que hay pruebas, joder! - eso me deja aturdida.

 -¿Pruebas?

 -¿No viste la televisión anoche? - niego con la cabeza. Ella resopla. -Mira, da igual. Lo importante aquí es que tú vas de lista, has elaborado un plan para todos los bobos del capitolio aficionado a las historias de amor. Ahora todos esos idiotas quieren que ganes para así volver con tu amado. Un final feliz, ¿no?¡Por favor! - exclama con un bufido. Estoy a punto de contestar, pero alguien me detiene. Dakota Jhonson.

 -Esta bien, chicas, calmaos un poco.- dice ella de intermediaria. - No queráis llegar a las manos antes de la arena, ¿vale?

 Sam me fulmina con la mirada y regresa a su sitio. Dakota posa una mano en mi hombro.

 -¿Estás bien? - niego con la cabeza. - Yo te creo.

 -¿Por... qué? - pregunto. Es extraño que una persona que apenas conozco confíe en mí.

 - Soy lista. - hace una pausa y se encoge de hombros. - Si de verdad estuvieseis juntos, no lo gritaríais a los cuatro vientos. Es más, si de verdad os gustaseis no estaríais juntos, para hacer menos dolorosa la separación.

 Sí, sí que es lista. Y eso me hace dedicarla una pequeña sonrisa.

 -Gracias. - pasa el chico del 6. La del 5 ha sido rápida.

 -No hay de qué. Y ahora, ¿quisieras ser mi aliada?

 No tardo en contestar positivamente. Al fin y al cabo, estoy sola.  Ella sonríe.

 -Genial. Pues bueno, aliada. Cuéntame qué pasó en el balcón.

 Mi historia es breve mientras el distrito 6 y Joulley realizan sus sesiones. Le cuento lo que pasó. Como Dan intentó besarme y cómo yo le aparté de un empujón. Incluso que le curé y le dije que yo a él sí le gustaba. Ella no me interrumpe ni una vez y cuando termino, es como si acabase de leerle un buen libro.

 -Bonita historia. - su voz se entremezcla con mi nombre. Me llaman. Estoy tan nerviosa, que siento ganas de vomitar. -Ella me ''levanta'' prácticamente. - Suerte.

 No soy capaz de darle las gracias. La puerta está fria, la abro lentamente mientras me pellizco el labio inferior con los dientes, intentando calmarme. El gimnasio huele a limpio, nunca podemos saber lo que los demás han hecho en sus sesiones, siempre se esfuerzan en limpiarlo todo. Está un poco descolocado, pero el resto sigue igual. Mi mirada actúa por instinto, y se mantiene fija en el palco de los vigilantes. Uno de ellos me mira y da un codazo al que tiene al lado mientras le susurra, lo suficientemente alto como para que pueda oírlo.

 -Es la del beso. - se carcajea y la risa se contagia por todo el balcón. Entrecierro mis párpados repugnada.

 -Sí, la misma. - contesto en tono firme. - Y ahora, ¿pueden hacer el favor de dejar de reírse? Con tanto ruido molesto no me concentro.

 Oigo un par de gruñidos, voy perdiendo puntos poco a poco.

 -Gracias. - hago una reverencia y me acerco a las hachas. Necesito un plan rápido y lo necesito ahora. Algo que me haga no quedar por debajo del 4, algo que me de suficiente gancho como para conseguir una puntuación aceptable.

 El primer lanzamiento corta la cabeza a uno. El segundo, se clava fuertemente en el pecho de otro. El tercero falla, sólo roza el hombro del maniquí. No tiro la toalla. El cuarto corta un brazo. El quinto da en la cabeza. Cojo una sexta hacha, sin embargo, no la lanzo, y es que en mi mente brilla una idea. Un fuerte pensamiento que recalca entre los demás.

 Gaby.

 Bajo el hacha. Ahora me importa muy poco  llevarme una mala puntuación. Muy poco. Empiezo a cortar el primer árbol que veo del simulador del bosque. Es fácil, puesto que no es madera pura. Consigo hacer unos cuantos tablones más o menos rectos, que tallo con un cuchillo de su respectivo puesto. Escribo con fuerza sobre ellos. Tallando una frase simple. Pero no dejo que la vean, aún no. Con una punta de lanza hago unos agujeros en cada tabla. Nunca fui una manitas, pero soy lo suficientemente habilidosa como para pasar una cuerda por los agujeros y colgar las tablillas bien altas, para que todos puedan leerlas. Lo que sus ojos ven es lo siguiente:

 ''Nadie olvida lo que hacéis cada año. Yo aún no he olvidado a Gaby Weir.''

 Jadeos, murmullos, ruidos hoscos, toses descontroladas, gritos de disgusto. Un agente de seguridad me coge del brazo para sacarme de allí, pero le detengo con una mano.

 -No es necesario. Tengo piernas. - hago una pausa para clavar mi mirada en los vigilantes. - Gracias. Que tengan un buen día. - sonrío amablemente y salgo a paso firme.

 No tardo en volver a meterme en mi refugio de lágrimas.

martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 13.

[PARTE DE ESTE CAPÍTULO ESTÁ RELACIONADO CON LA CANCIÓN #1. NO DUDÉIS EN DARLE AL PLAY. ES UN POQUITO CORTO, PERO EL PRÓXIMO SERÁ MEJOR, PROMETIDO.]

 A medida que pasa el tiempo, mis párpados me pesan más y más, sin embargo, parecen decididos a no cerrarse, a no dejarme caer en las pesadillas de cada noche. Todas sobre Gaby, avanzando poco a poco en sus juegos hasta el final, hasta ese sanguinario y cruel final.

 Entonces percibo algo. ¿Imaginaciones mías o la asesina de mi hermano anda por aquí, dispuesta a matarme con un cuchillo en sus manos? No sé por qué, pero mi instinto actúa por voluntad propia.

 Cierro los ojos y me pongo de lado. Los pasos se detienen frente a mi puerta.

 Respiro hondo. El picaporte se gira.

 Y finjo que duermo, que respiro suavemente y estoy relajada, claro que la tensión aumenta por momentos. La puerta se abre un poco. Pero a la habitación no entra una chica de dorada melena con un cuchillo en su mano.

 El que entra es Dan. Se ha pasado media hora plantado en la puerta, observándome con detenimiento para luego pasar a mi cuarto.

 <<Tranquilízate, Sky.>> ¿¡Sky!? ¡Me llamo Skiley! Siento unas terribles ganas de levantarme y tirarme por la ventana, total, mis posibilidades en los juegos descienden en picado. Me esperaba que se fuese como ha venido, pero en lugar de eso se sienta sobre mi cama, en un pequeño trozito vacío. Me mira, lo veo entre las cortinas que forman mis pestañas, procurando que apenas se note que estoy despierta. Suspira.

 -Skiley- susurra, quizá para asegurarse de que estoy dormida. - Sky.

 Se muerde con fuerza el labio inferior y dirige mi mano lentamente, como si temiese que fuese a explotar. No puedo apartarme. Me acaricia la mejilla y me aparta un mechón de pelo de la cara.

 -Y pensar que no me creíste cuando te dije que me gustas. - sonríe leve, sigue pensando que duermo plácidamente. - No solo me gustas, Sky. Me encantas. - sigue susurrando, hablando ''solo'' o creyendo que lo hace. - No me creas si no quieres, pero dejo mis cartas sobre la mesa, meto las manos en el fuego, solo para decirte que te quiero. Y aunque ahora no puedas oírme, a mí me basta con sentir que estas palabras han rozado tu piel. - entonces se acerca, demasiado, yo no me aparto, pero me muevo ligeramente. Él ignora esto último y me besa la frente. - Te protegeré en esos malditos juegos, te protegeré aunque me cueste la vida.

 Y entonces camina tranquilo hacia la puerta y cierra tras él. Las palabras me retumban en el cerebro, es imposible ignorarlas. Ha dicho que me quiere. El cabrón encantador me quiere. No sé cómo tomármelo. ¿Debería creerle? Bueno, ¿por qué si no iba a decirme todo esto mientras pensaba que estaba dormida? Lo que no me paree justo es que me haya dicho todo esto cuando estoy a las puertas de una posible muerte. Si lo hubiese hecho allí, en casa, las cosas habrían sido distintas. Puede que mi nombre hubiese salido igualmente en la cosecha, pero yo ¿podría haber contestado que sentía los mismo? Agito la cabeza, no puedo dejarme enamorar, no puedo ahora. Ahora no.


 Cuando amanece, mis ojos se abren con lentitud. ¿Cuánto he dormido? ¿Dos horas? ¿Cinco minutos? Lo único que sé es que me costó demasiado pegar ojo después de lo de anoche. Suspiro. Últimas horas para entrenar, después de comer empezarán a llamarnos uno por uno para demostrar lo que podemos hacer delante de los vigilantes.

 Me visto rápido, quiero darme prisa y evitar todo lo que pueda a mi mentor. Creo que no podría ni mirarle a la cara. Me miro al espejo antes de salir, percibiendo así que un rubor extraño decora mis mejillas. Suspiro desganada y abro la puerta. El único que está allí es Joulley. Pero cuando me ve venir, se bebe su chocolate a toda prisa, dejándose un bigote de este y camina a paso firme al ascensor. No se lo impido. Creo que si estuviera en su lugar, me sentiría igual.

 Como ligero, en estos momentos, ganar peso para ser fuerte me importa poco. Dos tostadas con mermelada de melocotón, una fruta que no había probado en mi vida, que es dulce y suave a mi paladar. Apunto estoy de servirme un vaso de leche caliente, pero oigo algo, una puerta que se abre. No es la de Rossie, y si no es la de ella, sé de quién es. Me levanto y corro rápido hacia el ascensor. Llamo al timbre y pido que aparezca pronto.

 -Hey, Sky. - saluda Dan apareciendo, pero las puertas se abren y entro dentro. La cara de Dan es un libro abierto, que borra la sonrisa y se encoge de hombros. Camina a sentarse en la mesa, pero el ascensor, ya está descendiendo. Suspiro mientras contemplo como las puertas de cristal bajan y bajan. Se detienen para recoger a la chica del 5 de nuevo y siguen su descenso. Hacen una nueva parada, en la planta 4 por la que entra la tributo femenina. Me mira raro y se ríe.

 -¿Qué? ¿Os lo pasastéis bien anoche tu mentor y tú? - entrecierro los párpados, con desprecio. Suelta una nueva carcajada y se aparta su pelo rojizo hacia un lado. Las puertas se abren y el gimnasio se cierne ante nosotras. Salimos, Alice, la despreciable pelirroja, va dando saltitos para reunirse con los profesionales. La del cinco y yo salimos a paso inseguro. Hoy no capto tanta atención como ayer, pero el odio es palpable en el ambiente.

 Al rato, descubro que la lucha cuerpo a cuerpo se me da bien en parte. No tengo mucha fuerza física, lo sé por lo poco que daño a mi adversario con golpes y patadas, pero sí soy ágil y, cuando un enemigo quiere atraparme entre sus brazos para inmovilizarme, me escaqueo con facilidad, lo que me hace ''difícil de atrapar'' El problema está en que todos los tributos, parecen tan ágiles como yo. Por lo que no me da ninguna ventaja.

 Paso toda la mañana ahí, aprendiendo algunas técnicas que, me ayudan precisamente a esquivar ataques, pero no a atacar en sí.

 A la hora de la comida, me vuelvo a sentar sola, como despacio y tranquila, tranquila hasta que llega un trozo de estofado a mi cara, miro enfurecida a todos lados, estoy segura de que ha sido Alice. Sus carcajadas llenan el aire. Se me ha quitado el apetito. Dejo mi plato como está y me levanto cuando un nuevo trozo se dirige a mí. Y otro. La comida vuela en mi dirección. No lloro. No me lo permito. Salgo con la cabeza alta del lugar bajo la lluvia de carne.

Cositas ^^

 Bueno, bueno, en lo que termino de escribir el capítulo 13, he de decir varias cosas. Lo primero, el fic está nominado a los premios del blog http://yquelasuerteestesiempredevuestraparte.blogspot.com/ (que es un fic super akajdklgdsgjh y si no lo leéis, no sabéis lo que os perdéis *-*) y me gustaría que lo votaseis en las encuestas de la derecha, para ayudarme, pues estoy muy ilusionada con ello, pero por desgracia, creo que no lo he promocionado lo suficiente, por eso voy a empezar desde ahora a hacerlo.

 Otra cosa es la BSO, que he empezado a realizar, completa completa, no es que lo esté, pero sí que me gusta lo que llevo, la podéis encontrar en la barrita de música de arriba.

 Qué más... qué más... ¡ah, sí! Quiero realizar un concurso, no sería de cabeceras, pues estoy diseñando una nueva. (la que véis ahora está hecha por mi pirómana favorita, propietaria del fic que organiza los premios *-*) por lo que se me ocurre convertiros a vosotros en escritores de esta historia durante un día. La cosa sería así: cuando llegue el momento en el que quiera realizar el concurso (falta bastante para ello, lo siento) será mandarme un breve relato, o extenso, como queráis, de la muerte de alguno de los tributos, metiéndoos en su propia piel. No puede ser de cualquiera, yo os dejaré una lista con los personajes que serán. Si participa mucha gente con todos los personajes, elegiré un relato de cada uno de ellos, pero si no, sólo un ganador con algún personaje. Ya os avisaré cuando llegue el momento.

 Nada más, chicos, que feliz año nuevo y besos *-*