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martes, 18 de diciembre de 2012

Capítulo 10.

 La comida en el gimnasio del primer día, transcurre lenta y sofocante. Los profesionales ya se han hecho ''amiguitos'' y marcan su territorio como perros salvajes. Arman mucho escándalo, e intentan meternos miedo a todos. Yo no tengo miedo, los odio demasiado como para tenerlo. Por lo que en mí implica, no hablo con nadie que no sea Joulley, aunque a mí se me acercan educadamente dos tributos. Son los del doce. La chica es la que toma la iniciativa, parece joven, aparenta unos quince años. El chico parece algo más mayor. Ella es rubia y delgada, de tez pálida. Él tiene otros rasgos diferentes, piel aceitunada y ojos grisáceos. Samantha y Paul, son sus nombres. Procuro ser amable aunque no sea mi punto fuerte y Joulley y yo pasamos el resto de la tarde con ellos. En cuanto dan las nueve en punto, nos echan del gimnasio, tenemos que tener sí o sí las mismas horas de entrenamiento para que sea justo para todos.

 Nuestro ascensor hace un viaje eterno. Primero a la planta 5, para dejar a una chica morena, que ha pasado los entrenamientos en el puesto de hogueras, sola. Me pregunto si tendrá un plan parecido al que usó Dan en sus juegos. Aunque lo dudo. Ahora los vigilantes tienen más cuidado con el territorio que crean. Luego en la planta 7, la nuestra. Nos despedimos del 12 sin mucha alegría. Ya que el tiempo no se detiene hasta nuestro rumbo a la muerte. Ahí nos espera nuestro equipo para la cena. Todo huele apetitosamente bien. Y me sorprende lo callado que está nuestro mentor. Claro que así mejor.

 Cenamos rápido, pero degustando los alimentos. Cuando acabamos, Rossie decide sacar tema de conversación.

 -¿Habéis pensado ya en el prototipo que usaréis en las entrevistas?

 -Eso es fácil. -contesta Dan, en tono vacilón. -Apostaremos por la ternura con Joulley y la ferocidad con Sky.

 Suspiro, es inútil quitarle el apodo de la cabeza. Entonces le interrumpo.

 -Espera... Espera... ¿Ferocidad? - digo en tono inseguro.

 Él asiente.

 -Yo no sé ser feroz.

 -Te sale sólo, encanto. - me guiña un ojo. Me pone enferma. - Además, con el vestido que te haga Zafira, matarás dos pájaros de un tiro, pues también estarás sensual.

 ¿Ha sido eso un piropo? Retiro esa idea de la cabeza. ¿Cómo va a decir Dan un piropo a mi persona?

 -Bueno, todo eso está bien - suelta la acompañante. -¿Y has empezado a hablar con los patrocinadores, Dan?

 -Sí, ésta mañana hablé con un hombre que apostaba por Sky - me mira con una sonrisa traviesa. - Creo que le gustas.

 Arqueo las cejas y suelto un bufido.

 -Eso también es genial. Yo también vi a una mujer embarazada que quería a Joulley. Dijo que estaba de seis meses y que quería que su hijo fuese tan ''mono'' como él.

 Suelto un bostezo. Mañana continúan los entrenamientos y creo que necesito un buen descanso. Sin embargo, cuando estoy en la cama, pueden pasar segundos, minutos y días sin que me calme y me quede dormida. Sé lo que necesito. Supongo que lo único que me relaja es algo que a la vez no soporto. Hablar con Dan. Creo que sé dónde está. Y no me equivocaba. Me asomo al balcón con él.

 -Hey, Skiley. - dice acercándose un poco.

 -Hey Dan. - repito en el mismo tono, pero alejándome la misma distancia.

 Ignora mi rechazo y se acerca de nuevo.

 -¿Cómo han ido los entrenamientos?

 -Bien... Han ido... Bien. - digo sin más. - Nos hemos aliado con los del 12. Y quiero a la chica del 5. - enseguida pone los ojos en blanco.

 -Sky... Sky... Los profesionales te quieren. - sonríe.

 -¿Cómo?

 -Que los profesionales te quieren de aliada.

 -¿Por qué? - pregunto como una idiota. Entonces recuerdo el coraje con el hacha y el maniquí de esta mañana. ¿Y sólo por eso me quieren?

 -Creo que les sorprendieron tus habilidades. Pero... hay un problema. -no hace falta, sé cuál es. - Sólo a ti. Joulley no entraría en el trato.

 -Pueden olvidarse entonces de mí. Es más, no pienso aliarme con ellos de ninguna de las maneras. - me interrumpe antes de acabar.

 -Escúchame. Quiero que regreses a casa y tus posibilidades se aumentarían si vas con ellos. - ''quiero'' ''él quiere'' que regrese. Agito la cabeza. Él suspira. - Eres tan cabezota... - avanza otro paso y yo me alejo, mi espalda coca con el extremo del balcón.

 -No pienso hacerlo, Dan.

 -Está bien, tú mandas. - suspira, echándome su aliento, con olor a menta en la cara.

 -¿Puedes alejarte un poco?

 -¿Acaso... te molesta? - sonríe travieso.

 -Sí, mucho.

 -Ay, Sky, Sky... - se acerca tanto a mí, sólo para joderme, que con unos cuantos milímetros podría besarme. Mis ojos se posan en los suyos, intentando averigüar que pretende, nunca... nunca me había fijado en él realmente. Sus ojos verdes son... ¿bonitos? quizá no sea el adejtivo apropiado, estos miran un poco más abajo. A mis labios. Frunzo el ceño. Y no me hago responsable del resto.

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