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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Capítulo 11.

 Se pega a mi cuerpo como las sábanas temprano por la mañana. Incluso rodea mi cintura con sus brazos, observo que cierra los ojos y acerca su rostro al mío. No puedo evitar lo que sucede, mis brazos responden por sí solos y empujan su cuerpo con fuerza, empujándole al otro lado del balcón y haciendo que caiga. El corazón amenaza con salirse de mi pecho. Se agita con fuerza. Suelto un pequeño gritito mientras Dan voltea el balcón y se mantiene sujeto gracias a sus perfilados brazos. Puede caerse en cualquier momento. Me acerco y le tiendo la mano para ayudarle.

 -Lo siento, Dan. - el susto me saca las lágrimas de los ojos. - Yo... no quería hacerte daño. - puedo ver que su ceja sangra leve, pero notablemente y, cuando sube, veo que su espalda está rojiza y entumecida. Me llevo una mano a la cara mientras sollozo.

 -Eh, eh... - me abraza, y por alguna estúpida razón no me aparto. - Tranquila, estoy bien.

 Sorbo por la nariz y me seco la cara con las mangas de la camiseta..

 -Pero...

 -Shh... - me detiene, puedo notar, como su pecho se mueve, que su respiración es acelerada, y que su pulso está al mismo compás que el mío. Me acaricia la espalda, llevando su mano desde mi cabeza hasta mi cintura. Ese gesto me calma lo suficiente como para dejar de llorar.

 Nos quedamos un buen rato así, mientras mis pensamientos intentan deducir que ha pasado. Dan... ¿me quería besar? y yo le he empujado por un balcón. ¿Por qué lo he hecho? Está claro que no quería besarle... Sin embargo... Si le hubiese dejado hacerlo, ¿habría pasado algo? Retiro estas ideas de mi cabeza mientras él retoma la palabra.

 -Y, además, no me hubiese pasado nada. Todo el edificio está cubierto por un campo eléctrico para evitar... suicidios y esas cosas.

 -¿Alguna vez lo han intentado? - pregunto frunciendo el ceño.

 -No tengo ni idea, pero supongo que si no estuviese ahí esto no hubiese acabado tan bien quizá. -pone los ojos en blanco mientras yo hago una mueca. Una gota de sangre cae en mi brazo, tiñendo un poco este de rojo, lo que me recuerda sus heridas.

 -Te voy a curar, vamos.- digo en tono serio mientras le cojo de una mano y tiro de él hacia el interior. Dan se quita la camiseta y la arruga para ponérsela en la ceja dañada. Como ésta, es blanca, se mancha enseguida. La situación me provoca un doble nerviosismo.

 Primero, la brecha no deja de sangrar.

 Segundo, Dan está sin camiseta.

 Éste último pensamiento me provoca un escalofrío. Debo reconocer que es atractivo, lo mires por donde lo mires. Pero... han sido tantos años de bromas pesadas que ya no sé cómo debo de ver a este chico. Suelto un suspiro y agito la cabeza cuando él se ríe, consciente de que no aparto mi mirada de su torso. Me dirijo al  baño de mi habitación y me miro al espejo, me apetece darme un bofetón por lo que acabo de hacer. Aunque, en lugar de eso, busco el botiquín para heridas leves. Lo cojo y salgo rápidamente. Dan se ha sentado en el sofá. Dejo el botiquín junto a él y continúo mi paseo hacia la cocina. Donde me hago con dos cubitos de hielo que envuelvo en un trapo. Regreso con Dan y le doy el hielo.

 -Póntelo en la espalda. - me siento al lado de él y abro el botiquín. Tiritas, agua oxigenada, algodón, espadradapo, vendas, pastillas... Me muerdo el labio inferior, precisamente, hacer de enfermera, no una de mis cualidades. Humedezco un poco de algodón en el agua oxigenada y se lo acerco a la brecha con suavidad. Él suelta un siseo, pero no se queja mucho.

 -Bueno, Sky, ¿y cuál era la razón por la que querías matarme?

 -No te quería matar.-contesto en tono serio.

 -Pues casi lo haces. - ríe sin demasiadas ganas y continúa. - Siento haber hecho eso.

 -¿El qué? Lo de intentar besarme. No importa, ya estoy acostumbrada a tus gilipolleces.

 -Hey... Calma, fiera. - coge de mi barbilla y me obliga a mirarle a los ojos. A esos inconfundibles ojos verdes. Inconfundibles y malditos, pues hacen que quisiera cambiar lo ocurrido en el balcón, pero no lo que hubiese ocurrido si no le hubiese empujado. Él muerde su labio inferior, con una sonrisa. Yo le miro sin saber qué hacer. -No vayas a ponerte tan agresiva como Rossie, ella sí que tiene pintas de ir empujando a la gente por las ventanas.

 Ese chiste malo me produce un ataque de risa fuerte, Dan intenta calmarme, no es intención despertar a todo el equipo por esta tontería. Me calmo un poco y le pongo una tirita en la ceja mientras la sonrisa permanece ahí, constante.

 -Me gustas, Sky. - dice cuando ve que estoy por la labor de irme.

 Lo curioso es que no me sorprende demasiado. Suspiro y me acaricio las sienes, algo consternada.

 -¿No vas a decir nada? - pregunta.

 -¿Y qué debo decir?

 -Si... me correspondes.

 -Dan, no entiendo nada. No te entiendo a ti. Si te gustase hubieses sido distinto en un pasado, no te hubieses portado como un capullo durante todos estos años.

 -Pero soy un capullo. Nadie lo entiende mejor que tú.

 Asiento.

 -Lo eres y no, no te correspondo. - digo en tono hosco, intentando levantarme de nuevo. Él vuelve a sentarme.

 -Demuéstramelo. Mírame a los ojos y dime que no.

 Y otra vez me pierdo en su verde mirada. No es tan difícil hacerlo, son dos letras, una ''N'' y una ''O'', claro que mis labios se resbalan y me quedo en un titubeo indescifrable.

 -Me voy a la cama.

 -¡Te gusto, Sky! ¡No lo puedes negar! - exclama animado mientras me alejo. - Ten, para tu colección. -me lanza su camiseta ensangrentada.

 -Eres un capullo.

 -Lo sé.

 Me meto en la habitación y, antes de cerrar la puerta suelto:

 -Y si me llamas Sky otra vez, te vas a arrepentir, Dan - chillo para que pueda oírme, pero sin poder contener una sonrisa.

   Y es que es Dan Lewis, el cabrón encantador del distrito 7.

2 comentarios:

Selene West dijo...

MUERO*-*

Anónimo dijo...

Waahhh *.* Me encanta tu historia pero esq este capítulo es.. buff